Todos, sin lugar a dudas, tienen alguna anécdota en el colegio sobre el titular de la siguiente historia, esa que se asemeja a la escena del futuro papá de Marty McFly cuando defiende a su amada del abusivo Biff Tannen en «Volver al futuro» de 1985.

Pues aquí les va una: mientras cursaba el 6to año de colegio (3ero de bachillerato), un día de esos que tuvimos educación física, en la que únicamente se hacían ejercicios físicos o algún deporte y era 1 hora 2 veces a la semana, el curso entero salió a la cancha de fútbol y en ese año quien era nuestro profesor prácticamente no iba, haciendo así que nosotros hagamos (y deshagamos) de la hora lo que mejor nos pareciera, siempre y cuando no perjudique a nadie ni a nada en el establecimiento ni en las afueras.

Sabiendo esto, generalmente, cumplíamos ese «trato de caballeros». Digo generalmente porque, sin pecar de inocentes, habían unos que finalmente se fugaban del colegio que era lo máximo que conocíamos de quienes se iban y más allá de las paredes no podemos decir que hacían con sus vidas.

Sigo. Un día de esos salimos la gran mayoría y unos pocos se quedaron en el salón para adelantar tarea y estudiar, sí, aprovechar el tiempo, y entre relajos y buscando que hacer decidimos jugar fútbol y no había balón por lo que todos nos sacamos las camisetas de gimnasia para hacer un balón de trapo. Mientras escogimos a la gente, unos molestaban, otros calentaban y otros esperaban que los elijan porque, ya saben, no todos eras Maradonas.

Otro dicho que se acopla aquí sería «tanto llega el cantaro al agua hasta que se rompe» que significa que, no importa que tan duro o fuerte sea algo, siempre hay algo que termina por romperlo.

De repente varios de los muchachos se aglomeraron y empezaron a decir «eso» «bien hecho» «eso pasa por cargoso». Al oír esos gritos todos dejamos lo que estábamos haciendo y fuimos a «sapear» que es lo que había pasado, y cuando llegamos vimos la escena: uno de los compañeros tenía la nariz rota y un poco más alejado estaba otro compañero asustado, nervioso mientras otros le daban ánimo diciendo «el man se lo buscó» «nosotros te apoyamos cualquier cosa», era de suponer que el fue quien agravio al compañero.

De repente, prácticamente todos, empezamos a vitorearlo, era el man del día, era el tranqui que le pegó al bulo.

Claro que ocurrido eso todos dejamos de hacer todo y le dijimos al compañero golpeado que se vaya a lavar la cara y que «no haga lámparas» acusando al amigo porque todos lo íbamos a apoyar e inventaríamos cualquier cosa para negar que «la tortuga» le rompió la nariz, pero nada se oculta y peor aún si la camiseta estaba llena de sangre porquw no salió con la lavada.

Ese día se acabó y el «héroe» fue nuestro amigo el tranquilito, cargoso, burlón, medio agrio, pero todo dentro de los límites de la tolerancia entre compañeros y prácticamente no insultaba, así hubo otro más pero el si era 100% calmado pero esa es otra historia.

El Bullying en colegios y trabajos es causa de tragedias mucho más asociadas a los maltratados que a los que lo cometen y esto se está de apoco tratando de controlar pues, lastimosamente, no hay una fórmula para evitarlo ya que la expulsión o sanción al bulo no es garantía que lo deje de hacer.

En fin, al día siguiente ya avanzada la mañana llegó el inspector general que de paso era nuestro dirigente, El Mayor (pues fue militar) y entró al curso con una madre de familia y detrás de ellos, ya se imaginan, sí, el bulo, con una prótesis para ayudar a que el tabique nasal se componga y no quede chueca la nariz. Se nos acabó la fiesta (pensamos algunos) ya que seguramente venía la sanción para nuestro amigo ¿Qué le podía esperar? ¿Expulsión? ¿Mala nota en conducta? ¿Flagelo y hoguera? Eran las dudas.

El Mayor nos habla del hecho, la versión del agraviado lógicamente porque no hubo juicio, y pregunta ¿Quién es «la tortuga»? (No preguntó eso y no doy nombre porque creo no va al caso, así que sigo). Nadie dijo algo, todos callados y para poner drama voy a decir que incluso lo tapábamos pero el bulo lo vio y lo señaló, a lo que se le solicitó que se ponga de pie. Lo hizo y, no lo tomen a mal pero, el Mayor dijo «¿El te pegó? Pero tú eres más fuerte, el es delgado ¿Como te dejaste?» Actualmente estos comentarios serían hechos para demandas e indignación en las redes sociales, «quemarían» vivo al Mayor por «semejantes» comentarios minimizando los hechos y pre juiciando al afectado, pero no en 1993, no!

Lógicamente la mamá del golpeado pidió sanciones a lo que el Mayor dijo que sí iban a haber y que al ser compañeros esto iba a pasar pero nos advirtió que dejemos «esas bromas» que podrían causar más problemas.

Creo que la madre del compañero solicitó que pague cierta cantidad del valor de las medicinas e imagino que le bajaron puntos en conducta pero no para que se quede de año ya que de paso el tranqui era dedicado y tenía buenas calificaciones, venía siendo su primera infracción.

¿Aprendió la lección el bulo? No! El siguió haciendo sus bromas tontas y cuando se quería pasar de la raya le decían «te lo saco a la tortuga» y se ponía molesto y el tranqui respondía «me avisas no más» y nos echábamos a reír y prácticamente terminaban las molestias. Ambos personajes siguen prácticamente iguales en 30 años de haber salido del «glorioso»

Llega un punto en que una persona, por más tranquila que sea, se harta, se cansa, se colma que «le vean la cara» (así decimos en Ecuador) y reacciona. Comúnmente las reacciones suelen ser sorprendentes como reclamos airados subidos de tono, insultos a la honra de familiares, golpes (como en este caso) y en pocos casos pero muy raros, llegan a quitar la vida de quien colma la paciencia de estás personas, por eso hay un dicho «cuídate de los tranquilos que no sabes cómo van a reaccionar».

Hay quienes se pasan la vida bulineando a otros y no solo es de personas, instituciones suelen crear un tipo de personalidad, claro que esto es por el tipo de gerentes o dueños que llevan a la rivalidad extrema o al acoso para ganar terreno y cuando se ven en problemas o a quienes ellos consideran inferiores les dan un tipo de» lección» que les afecte la imagen o la economía y buscan el modo de aplastar a dicho «agresor» y lo pongo entre comillas porque si bien dicho acto sea condenado por leyes, «el pueblo» se siente representado o al menos reflejados que lo terminan justificando y hasta apoyando, como en el caso de nuestro amigo de historia.

Espero que les haya agradado la historia o al menos le haya sacado una sonrisa y si los llevó a la reflexión, entonces valió la pena. Que el ñeque los acolite, siempre!

Por boroweb